Las despedidas siempre son duras, sí, lo sabemos, pero al final después de un tiempo uno se acostumbra. En casos como el nuestro, venezolanos del siglo XXI, incluso ya se hizo rutina (qué peligro ¿no?). Sin embargo, a pesar de la capita protectora que ya desarrollé hace un rato, despedirme de Óscar Wao fue algo más que penoso. Me sentí tan sola como cuando me despedí de Martín Romaña, de Florentino Ariza, de Howard Roark, de un tal Lucas, de Holly Golightly, de Julius, de el Doctor y su esposa, de Harry Potter (sí, Harry Potter, en mi corazón hay espacio para muchas cosas), por decir algunos de los personajes que se me vienen a la mente y que pasé semanas extrañando como a buenos amigos.
Tal vez es que estas despedidas son diferentes, al final ya sabes que lo que las sucede es un silencio definitivo. No habrá mails, ni fotitos en FB, ni encuentros casuales en Maiquetía. Cuando un personaje se despide es para siempre. A menos claro que releamos el libro, pero habiendo tantos para leer es quizás una necedad. Por eso, en mi nostalgia oscariana, en vez de buscarlo nuevamente, decidí encontrar los caminos que eventualmente desembocarían en él, en este caso, el primer libro de cuentos del gran Junot Díaz, Drown.La maravillosa vida breve de Óscar Wao me lo leí en español y al tiempo que aplaudía mentalmente esa manera de escribir hablando sin que suene raro que logra Junot a lo largo de la historia, no lograba comprender cómo ese libro podía haber sido originalmente escrito en inglés. A Drown lo busqué entonces en su idioma original, quería saber sobre todo cómo traducir el Caribe. Todo eso que es tan fácil de sentir y tan difícil de explicar.Tardé meses en encontrarlo y desde el epígrafe promete. Ya les contaré.
Monday, October 18, 2010
Junot, again
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2 comments:
"sí (...) en mi corazón hay espacio para muchas cosas"
Debería ser tu frase célebre.
^___^
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