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Este era uno de mis cuentos favoritos cuando era pequeña, recuerdo -y yo no suelo recordar mucho de mi tierna infancia- haber hecho miles de dibujos de caballos que no eran tan caballos, pero que definitivamente a mí me parecían bien bonitos porque tenían todos los colores que podía encontrar en la cajita Prismacolor.
El cuento está completo en el portal de Ficción Breve junto a otros 12 cuentos clásicos venezolanos. Dejo acá ese comienzo que a pesar de mi versión aún no descubierta por la ciencia de alzaheimer selectivo, no se me olvida más.
La historia de un caballo que era bien bonito
Aquiles Nazoa
Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines.
Todos estábamos muy contentos con esa costumbre del caballo; y el caballo también porque como se alimentaba de jardines, cuando uno le miraba los ojos las cosas se veían de todos los colores en los ojos del caballo.
Al caballo también le gustaba mirarlo a uno con sus ojos de colores, y lo mejor del asunto es que con los ojos de ese caballo que comía jardines se veían todas las cosas que el caballo veía, pero claro que más bonitas, porque se veían como si tuvieran siete años. Yo a veces esperaba que el caballo estuviera viendo para donde estaba mi escuela. El entendía la cosa y miraba para allá, y entonces mi hermana Elba y yo nos íbamos para la escuela a través de los ojos del caballo.
¡Qué caballo tan agradable!